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viernes, 5 de abril de 2013


UNIVERSIDAD DE SONORA


 

                                                                                

RAMON CARLOS VALENZUELA OSUNA


http://ramonvzla.blogspot.mx/

 

 

 

“LA CRISIS GLOBAL Y MI CIRCUNSTANCIA”

 

 

MAESTRO: RODOLFO DIAZ CASTAÑEDA

 

MATERIA: PRACTICA DE COMUNICACIÓN II

 

GRUPO: 3

 

 

 

HERMOSILLO, SONORA                          A VIERNES 5 DE ABRIL DEL 2013

Es necesario hacer una distinción entre productividad y competitividad, la primera se refleja en un dato mejorado, es decir, en un indicador que rebasa el estándar, es un valor agregado superior al de la competencia, mientras que competitividad es la capacidad de sostener el ritmo de productividad. El diccionario Oxford de Economía define la competitividad como “la capacidad para competir en los mercados de bienes o servicios” También resulta necesario conocer la diferencia entre ventaja comparativa y competitiva. Se dice que un país tiene una ventaja comparativa en la producción de un bien si el costo de oportunidad de producir ese bien en términos de otros bienes es menor en ese país que en otros países, la ventaja competitiva en cambio, es impulsada por las diferencias en la capacidad de transformar estos insumos en bienes y servicios para obtener la máxima utilidad, esta definición implica dos aspectos importantes como: tecnología y habilidades administrativas. Las empresas de una nación deben pasar de competir sobre ventajas comparativas a competitivas que surjan a partir de productos y procesos únicos.
En los últimos años, la mayoría de los indicadores internacionales muestran que México ha perdido competitividad. Cuando se revisan las series estadísticas de tres décadas a la fecha, países como España o Corea, que en los años setenta tenían niveles de ingreso per cápita entre tres y cinco veces menores a los de México, hoy reportan una situación exactamente inversa; China ha desplazado a México como potencia comercial y turística en apenas medio lustro e Irlanda, que en décadas anteriores sufrió hambrunas y fue un fuerte expulsor de mano de obra, ocupa ahora uno de los tres primeros lugares en los informes de competitividad y es el nuevo milagro europeo.
Ahora bien, las reformas emprendidas en México desde finales de los años 80 y hasta 1994, permitieron que la productividad fuera creciendo, de tasas muy bajas, 1.4% en 1986, hasta alcanzar tasas de alrededor del 8% anual a mediados de los noventa. Sin embargo, a partir de esa fecha, los gobiernos de Zedillo y Fox interrumpieron prácticamente todas las otras nuevas reformas requeridas, mientras que nuestros principales socios comerciales y competidores avanzaron rápidamente en ese camino.
La competitividad tiene que ver con la formación de capital humano a través de la educación y la capacitación; con el aprovechamiento y la creación de ventajas competitivas; con la modernización del marco regulatorio que incentive la inversión; con la construcción de infraestructura moderna y de clase mundial; con fuentes de acceso a la innovación tecnológica, y con un ambiente de certidumbre jurídica y de seguridad física. 
1. Infraestructura de clase mundial. Buenas vías de comunicación y medios de transporte, disponibilidad de agua y energía de calidad, a precios competitivos y ecológicamente sustentables, telecomunicaciones eficientes y tecnologías digitales de rápido acceso, y una amplia infraestructura social, son condiciones necesarias para mejorar la competitividad. Si bien el estado debe destinar mayores recursos para algunos de estos renglones (por eso la reforma fiscal es urgente), la participación privada es clave y deben empujarse las reformas estructurales que la faciliten.
2. Educación. Es ya un avance pensar en introducir la evaluación, los concursos de oposición para los cargos directivos escolares, la computación o el inglés en la educación básica, pero es urgente transformar radicalmente la educación superior, para orientarla a las necesidades de las nuevas demandas del desarrollo, así como multiplicar las opciones de educación técnico-profesional (bajo modelos tecnológicos como los usados en Francia y Alemania, con carreras cortas y flexibles) y de capacitación laboral. 
Cada vez es más claro que los activos más valiosos para un país y un estado radican en los activos intangibles que acumule una economía: conocimientos, destrezas especializadas, capacidad de cambio, habilidades y competencias, es decir, capital intelectual y humano. Y es en esa dirección hacia la cual debe orientarse una genuina reforma de la educación.
3. Entorno regulatorio. Las regulaciones son necesarias para ordenar los excesos del mercado y permitir que el Estado cumpla con determinados objetivos de política pública. Pero la clave está en que las regulaciones sean buenas y eficientes. Hasta hace muy poco el universo de regulaciones federales era de casi 6,800 normas, leyes, decretos o reglamentos contenidas en más de 5,500 páginas, y los días de trámites y papeleo ante diferentes esferas de gobierno para abrir un negocio oscilaba entre 42 y 142 días en la república. Agréguense las de nivel estatal y municipal. Todas las esferas de gobierno deben emprender una acción rápida, efectiva y medible, con plazos muy concretos, para abatir los excesos regulatorios y usar las nuevas tecnologías para hacer más sencilla la vida empresarial.
4. Innovación y el desarrollo tecnológico. De acuerdo con el "Reporte Global de Tecnología de Información", elaborado por el Foro Mundial Económico (WEF, por sus siglas en inglés), México aparece en el lugar número 67 entre 134 países estudiados. Esta calificación, que en principio parece alta, se debe a que el 66% de las exportaciones mexicanas son productos de tecnología alta y media, pero en realidad esconde limitaciones serias. Por ejemplo, México es el país con la más baja penetración telefónica pues mientras el 64 por ciento de las viviendas ocupadas por el 10 por ciento más rico de la población cuenta con teléfono, tan solo el 12% del decil más pobre dispone de este servicio. Otro ejemplo: la matrícula escolar de nivel superior en ciencias, matemáticas e ingeniería es en México de solo 5 por ciento, en contraste con el 12 por ciento de Argentina y Chile, y el 23 por ciento en Corea. Esto tiene, naturalmente, un impacto negativo en la capacidad de innovación: mientras en el país solo se concedió una patente por cada millón de habitantes en 1998, en Argentina se concedieron 8, en España 42 y en Corea 779 en el mismo año.
Aunque buena parte de nuestras exportaciones son de tecnologías media y alta, en realidad no son fabricadas sino solamente ensambladas en México con componentes importados, lo que explica que, por ejemplo, del total de exportaciones de la industria electrónica, que son de alrededor de 10 mil millones de dólares al año, los insumos nacionales sean solo de entre el 5 y el 20% del contenido total de dichas exportaciones. Este es un aspecto crítico si queremos detonar una política nacional industrial fuerte: tener un programa de ciencia y tecnología que se enfoque en cuatro aspectos: capacidad de innovación, difusión de nuevas tecnologías, difusión de invenciones antiguas y desarrollo de habilidades técnicas y científicas.
5. Finalmente, aun con todo lo anterior, no hay entorno económico ni político viable que no descanse sobre un marco sólido de certidumbre jurídica, seguridad física y confianza social. Esta es condición indispensable para alcanzar un desarrollo sostenido y elevar nuestros niveles de competitividad internacional. Si México y los mexicanos no atienden la importancia de respetar la ley y vivir en un estado de derecho, seguirá produciéndose un fenómeno psicológico que alimente la frustración ciudadana, la desconfianza en las instituciones, el desencanto con la democracia y la sensación de que las cosas en México, simple y sencillamente, no tienen remedio. De ser así, habrá un daño sumamente grave para un país. Mientras no exista un verdadero respeto al estado de derecho, México no será un país democrático, moderno, justo y competitivo.
Aunado a las carencias del país sobre la mala reacción ante la crisis económica global desencadenada por nuestro país vecino del norte, se encuentra un fenómeno social que afecta profunda y negativamente la percepción de los demás países llamada “La guerra contra el narcotráfico”.

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